De la Prehistoria a la Época Romana
Barx y La Drova están han sido lugar de tránsito, migración y encuentro de personas y culturas desde tiempos prehistóricos.
Estas tierras llevan habitadas desde el Paleolítico Superior, como demuestran los restos encontrados en las cuevas de Malladetes y del Parpalló. En ellas, se ha documentado una secuencia de ocupación humana de casi 20.000 años. Esto tuvo lugar en un periodo que coincide con la llegada del hombre de Cromañón a tierras valencianas y con el final de la última glaciación.
Se trataba de grupos reducidos y diseminados que se alimentaban de la caza y de la recolección de frutos y vegetales silvestres; elaboraban instrumentos con sílex, cuerno, hueso y madera; se desplazaban periódicamente sobre el territorio y se reunían cada cierto tiempo para intercambiar información y favorecer contactos entre jóvenes en edad de procrear.
Estas cuevas también fueron ocupadas posteriormente, como se desprende del hallazgo de restos de cerámica neolítica en Malladetes y de cerámica íbera y romana en las capas más superficiales de Parpalló.
La Valldigna del Císter
La presencia musulmana está acreditada por su toponimia. Los pobladores de xarq Al-Andalus, parte oriental de la península ibérica bajo dominio del Islam, identificaron este valle como Barx Algeval. Todo parece indicar que Barx Algeval significa “torre de la montaña”.
La primera referencia a este valle en documento cristiano data del 15 de abril de 1252, día en el que el Rey Jaume I donó la alquería musulmana de Barx Algeval y todo su territorio al caballero aragonés Eiximén de Alvero.
El 3 de marzo de 1300 la alquería fue adquirida por Bernat Desclapers quien ocho meses después, el 4 de noviembre hizo donación de la misma al Real Monasterio de Santa María de Valldigna, fundado el 15 de marzo de 1298.
La población islámica abandonó pronto la alquería, lo que obligó al monasterio a intentar asentar una población estable. Este objetivo no fructificó durante los siglos XIV y XV.
En el siglo XVI el valle se convirtió en una granja agrícola y de tránsito ganadero. Se trataba de una explotación cultivada con mano de obra contratada por el monasterio y administrada por un monje.
La expulsión de los moriscos
El siglo XVII estuvo condicionado por la expulsión en 1609 de los moriscos.Para la explotación de las tierras de Barx y de La Drova, fueron entregadas en arrendamiento primero y en aparcería después, a campesinos de La Valldigna. Tampoco así acababa de producirse un asentamiento estable, por lo que el monasterio decidió construir casas, que serían entregadas a quienes se instalasen definitivamente.
Fue de este modo, como entre 1650 y 1651 nació el pueblo de Barx, al pie de la torre que le daba nombre. Situado en la actual plaza de la constitución, lo formaban diversas viviendas cerradas al exterior y abiertas a una plaza central, a la que se accedía por una única puerta que se abría al alba y se cerraba cuando anochecía. Tenía dos almazaras, una bodega, un granero, un horno de pan y un oratorio privado a cargo del monasterio.
Como resultado varias familias procedentes de la huerta de Gandía se establecieron en Barx, que trabajaban las tierras como aparceros y entregaban al monasterio la sexta parte de la cosecha.
Transformaciones agrarias y urbanísticas
Durante el siglo XVIII continuó la llegada de más familias procedentes de la huerta de Gandía. Este crecimiento demográfico provocó transformaciones agrarias y mejoras urbanísticas, al tiempo que estimuló la lucha de la población en los tribunales contra el monasterio para consolidar los derechos de propiedad sobre las casas y las tierras.
Las transformaciones agrarias se iniciaron en la década de 1720.
La primera afecto a La Drova. El monasterio decretó que fueran plantadas 300 hanegadas de vid, con higueras, nogales y almendros; y que su explotación quedara bajo el control directo de los monjes mediante la contratación de jornaleros, por lo que La Drova volvía a convertirse en una granja.
La segunda afectó al cambio del sistema de partición de las cosechas en Barx. Al observar la conversión de parte del secano en regadío, el monasterio exigió percibir la cuarta parte de la producción de la huerta si esta recibía dos riegos al año, aunque conservó la partición de la sexta para el secano.
La tercera consistía en la orden de arrancar todos los olivos y árboles frutales antiguos de Barx, que fueron sustituidos por viñedos.
La cuarta, otra vez en La Drova, en la segunda mitad del siglo, consistió en la construcción de una balsa de agua, al lado del azagador, para convertir en regadío una parte de las tierras cultivadas.
La primera mejora urbanística se llevó a cabo en La Drova, mediante un decreto de 1722, que mandaba construir una casa para que los animales y los criados –por este orden– tuvieran un lugar donde refugiarse y descansar. A finales de siglo, la casa fue ensanchada, elevada y embellecida con un reloj de sol en la fachada, que lleva fecha de 1799.
Barx también experimento diversas actuaciones urbanísticas. El pueblo se expandió fuera de los límites de la construcción de 1651, hasta disponer de treinta y cuatro casas, dos plazas y diversos corrales. Para el abastecimiento de la población, se canalizó el agua de la fuente del Racó, que lleva inscrita la fecha de 22 de noviembre de 1799. También se edificó un calvario y probablemente, por sus características, también es de esta época la imagen de la Divina Pastora, patrona del pueblo.
Otra construcción, esta de carácter mercantil y bajo la explotación directa del monasterio, fue la Nevera, un pozo de planta circular que se destinaba al almacenamiento de la nieve caída en invierno. El comercio de la nieve era una fuente de ingresos importante para el monasterio.
De la lucha contra en monasterio a la constitución del ayuntamiento
La lucha contra el monasterio se realizó mediante tres causas judiciales, que fueron el intento de los pobladores de adquirir derechos sobre las casas y las tierras, y el comienzo de la lucha por convertirse en un municipio independiente del de Simat, con ayuntamiento y término municipal propios.
El 28 de octubre de 1798, el monasterio firmó con los cincuenta y tres cabezas de familia de Barx un establecimiento en enfiteusis, que les reconocía los derechos sobre casas y tierras.
Este documento permite comprender la diferente evolución de Barx y La Drova en el siglo posterior.
Durante el primer tercio del siglo XIX, España sufrió una gran inestabilidad política que condicionó la vida de los monjes y la de los habitantes de los territorios que les pertenecían.
El monasterio fue ocupado por la tropas francesas el 6 de febrero de 1812, quienes suprimieron la comunidad del Cister, encarcelaron a algunos monjes y arrendaron a particulares la recaudación de los impuestos de Barx y la explotación de las tierras de la Drova.
La Valldigna fue liberada en 1813 y Barx contó a finales de año con alcalde y ayuntamiento propios, aunque sin término municipal delimitado. Con el regreso de Fernando VII, los monjes recuperaron la explotación de La Drova y pusieron fin a la independencia administrativa de Barx.
El pronunciamiento de Riego a comienzos de 1820 rescató la legislación de Cádiz y el 7 de diciembre los monjes volvieron a ser exclaustrados, por lo que la explotación de la Drova se arrendó otra vez.
Restaurados los poderes absolutos de Fernando VII, los monjes que habían regresado al monasterio en virtud del decreto del 28 de agosto de 1823, liquidaron el ayuntamiento de Barx y recuperaron la explotación directa de La Drova.
El 26 de Agosto de 1835 durante la regencia de María Cristina, los monjes sufrieron la tercera y definitiva exclaustración. Con ella, los vecinos de Barx consolidaron la propiedad plena sobre sus casas y tierras, constituyeron su propio ayuntamiento y, el 30 de diciembre, solicitaron a la Diputación de Valencia la delimitación del término municipal.
La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó por un crecimiento demográfico considerable. La iglesia parroquial se independizó de la de Simat en 1872. Se establecieron las tandas de riego que obligaban a los agricultores a respetar el orden establecido para el uso del agua. De esta época es también la banda de música, la primera agrupación cultural fundada en el pueblo.
Compra de la Drova
La Drova quedaba sin dueño definido, y pasaba a engrosar la bolsa de bienes nacionales procedentes de las corporaciones religiosas extinguidas, que serían subastadas públicamente, conforme al decreto del 19 de febrero de 1836.
La Drova fue comprada en 1849 por Pedro Escrich y Roviralta, un comerciante de Valencia que la revendió el 29 de noviembre de 1859 a dos labradores de Xaló; José Ferrer Fullana y Juan Mestre Pastor. No se trataba de arrendatarios temporales ni de jornaleros en tránsito, sino de una población estable de propietarios.
Por este motivo, la casa señorial y la balsa de agua fueron divididas en dos partes; una para cada familia. Con ellos comenzó la construcción de los ruiraus y la elaboración de la pasa, que era exportada a Inglaterra desde el puerto de Denia.
La consecuencia más notable fue que la numerosa descendencia de estas dos familias contrajo matrimonio con la gente del pueblo y de esta amalgama proviene una parte importante de la población actual de Barx.
Migraciones militares y económicas
El sistema de quintas para el reclutamiento de soldados de tropa durante el siglo XIX afectó a jóvenes de Barx.
En la última guerra de Cuba fueron enviados varios jóvenes del pueblo, que lograron sobrevivir gracias a la intervención de la Divina Pastora, según la creencia popular. A su regreso en 1899, escoltaron a la imagen de la virgen durante la procesión en su honor y al final del recorrido, dispararon al aire en forma de salvas. Con el paso del tiempo los disparos fueron sustituidos por fuegos de artificio, costumbre que se ha extendido hasta la actualidad.
En el siglo XX se produjo una migración de carácter económico. Durante la década de 1920 y ante la falta de trabajo, unos salarios bajos y la imposibilidad de alimentar a sus familias, varios vecinos de Barx, tomaron la decisión de cruzar el Atlántico hacia los Estados Unidos de América, un país en desarrollo con gran demanda de mano de obra y con grandes oportunidades.
El regreso de éstos a Barx se produjo al cabo de unos años. Los últimos lo hicieron en 1929.
Algunas mejoras se habían producido durante su ausencia, como la construcción del depósito de la fuente del racó, la edificación de las escuelas y la ejecución de la carretera de Barx a Gandía.
De la guerra civil a la llegada de turistas extranjeros
Algunos miembros de la pequeña burguesía comarcal compraron tierras y construyeron casas en La Drova durante la década de 1920 a 1930.
Durante la Guerra Civil, al tiempo que varios vecinos marcharon al frente, La Drova se convirtió en el refugio de personas adineradas de la comarca que habían sido amenazadas de muerte.
Finalizada la guerra, se acentuaron el hambre y las enfermedades. Para huir de la miseria, algunos migraron a Argentina en la década de 1940 y a Francia, Suiza y Alemania a finales de la década de 1950 y principios de la de 1960.
En la década de 1950 se construyeron algunas casas a ambos lado la carretera, en el entorno de la antigua casa señorial y el número de veraneantes en La Drova aumentó.
En la segunda mitad de la década de 1960 y en toda la de 1970, se potenció la construcción en la zona de la Solana. Se edificaron decenas de chalés, un restaurante y un hotel, que permitieron la llegada de veraneantes y turistas extranjeros.
De las ultimas décadas del siglo , a la actualidad
En las décadas de 1980 y 1990 aumentó la población europea en La Drova, con un gran predominio de jubilados británicos que fijaron aquí su residencia, lo que fomentó la construcción de más chalés.